Ejercicios sobre Renacimiento:
Jan van Eyck – Retrato de Giovanni Arnolfini y su esposa. Texto de Gombrich
«El arte de Van Eyck consiguió tal vez el máximo triunfo de la pintura de retratos. Uno de los más famosos es la ilustración 158 que representa a un comerciante italiano, Giovanni Arnolfini, llegado de los Países Bajos en viaje de negocios con su reciente esposa Jeanne de Chenay. En su estilo es una obra tan nueva y revolucionaria como las de Donatello y Masaccio en Italia. Un sencillo rincón del mundo real ha quedado fijado de pronto sobre el panel como por arte de magia. Aquí está todo: la alfombra, las zapatillas, el rosario colgado en la pared, el pequeño sacudidor al lado de la cama y unas frutas en el antepecho de la ventana. Es como si pudiéramos hacer una visita a los Arnolfini es su casa. El cuadro, probablemente, representa un momento solemne en de sus vidas: sus esponsales. La recién desposada acaba de poner su mano derecha en la izquierda de Arnolfini, y este está levantando su mano derecha para colocarlas sobre aquellas en señal de unión. Seguramente se llamó al pintor para que registrara este momento como testigo, del mismo modo que puede haberse llamado a un notario a declarar que se ha hallado presente en un acto solemne de la misma índole. Esto nos explica la razón por la cual el maestro colocó su nombre en un lugar destacado con las palabras latinas Johannes de eyck fuit hic (Jan Van Eyck estuvo presente). En el espejo, al fondo de la habitación, vemos toda la escena reflejada y, al parecer, también la imagen del pintor y testigo (…) Por primera vez en la historia el artista se convertía en un perfecto testigo ocular en el verdadero sentido de la palabra.
En este intento por mostrar la naturaleza tal como se muestra a los ojos, Van Eyck, como Masaccio, dejó a un lado los esquemas armónicos y las curvas sinuosas del estilo gótico».
Gombrich, Ernst. La Historia del Arte. Barcelona. Phaidón. 2000. pp. 241-42
Texto 2: Lamentación sobre Cristo Muerto – Andrea Mentegna.
“Los escritores de arte florentinos del s. XIV clausuran la Edad Media y señalan ya los temas de la Época siguiente. En el trascurso del renacimiento, el estudio de la naturaleza se convierte en el objetivo principal hacia el cual mira el artista: este contribuye activamente al descubrimiento del mundo exterior. Los tratados del arte del s. XV no constituyen otra cosa que un recetario, se ocupan sobre todo de interpretar al realidad y sugieren las reglas para representarla. (…) la teología medieval no se ha dado en vano. La religión no ha desaparecido en el Renacimiento, sino que ha concentrado su atención en el hombre, se ha convertido en la religión del hombre, considerado este como el macrocosmos en cuyo interior se halla el universo. (…) El fin perseguido es el de la interpretación de la naturaleza. El método, sin embargo, no es apropiado para tal objetivo; aún no se ha hallado el método científico.” Venturi , Lionello. “Historia de la crítica de arte” Debolsillo, Barcelona, 2004, pp. 103
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