Introducción a la Historia de la Cultura Visual

La asignatura en la cual trabajaremos juntes tiene como título “Historia del Arte”. Este es un título que no me convence demasiado pero que seguramente también me escucharás utilizar a lo largo del año/semestre. Vamos a necesitar, entonces, conceptualizar (o definir, pero no de forma cerrada) qué pueden llegar a significar hoy estos términos (“Historia” y “Arte”).

¿Historia?:

Como ya sabrás desde años anteriores la Historia es una disciplina existente dentro de la Academia, por lo tanto, está sometida a reglas y métodos específicos. También es una práctica humana: la de intentar conocer el pasado de la comunidad a la que pertenezco; y registrarlo de alguna forma. La Historia académica tiene como método principal de estudio la revisión crítica de documentos y fuentes. Pero también se apoya en otras disciplinas científicas que le permiten conocer y comprender el pasado como ser la Arqueología, la Geografía, la Economía o la Filosofía (de la cual es hija como todos los intentos de saber). La Historia produce diversas interpretaciones sobre el pasado que dependen de la ideología y el contexto específico de la persona que lo produce. La Historia de la Historiografía se interesa por conocer las diferentes formas de escribir la Historia dependiendo de esos contextos y coyunturas.

Para adentrarnos en el estudio del pasado es necesario activar la empatía haciendo el esfuerzo por abstraernos lo más posible de nuestra forma de pensar y ver el mundo para poder ponernos en el lugar de personas que vivieron en otro tiempo y tal vez en otro lugar. En esto nos ayuda también un concepto proveniente de la Antropología Cultural: el relativismo; que nos permite reconocer que no existen hechos o principios universales compartidos por todas las culturas. A su vez, al ser el pasado el objeto de estudio de esta disciplina, las coordenadas de espacio y tiempo (dónde y cuándo) ordenan y contextualizan cada período. Además, es importante reconocer que las coordinadas espacio y tiempo no determinan la forma en que los hechos o procesos se desarrollarán o incluso las maneras en que las personas pensarán, pero sí serán factores que de uno u otro modo estarán presente, por eso es importante conocerlos. Un esquema muy general que nos ayuda a ordenar el estudio de cualquier periodo histórico es dividirlo en cuatro grandes dimensiones: economía, organización política, organización social y finalmente cultura y mentalidades. Finalmente, otro aspecto que nos interesa tener en cuenta cuando estudiamos un hecho o proceso histórico, son las causas y consecuencias, que siempre serán múltiples. 

Te invito entonces a conocer el pasado para que podamos ser dueñas de nuestra hHistoria y no esclavas.


Pensando el análisis de las obras de arte visual:

Para analizar una obra de arte visual son muchos los factores que podemos tener en cuenta. Pero, para que la cantidad de información que podemos llegar a encontrar no nos abrume, existen algunos métodos que nos permiten ordenarnos.

En primer lugar vamos a tener que diferenciar si la obra de arte que pretendemos estudiar es una pintura, una escultura o una obra arquitectónica. Debemos entender, a su vez, que todo análisis que hagamos, estará siempre condicionado por el período histórico que estemos estudiando. Por ejemplo si hablamos de la pintura impresionista del siglo XIX, los materiales tendrán una importancia mayor, tal vez, de la que lo tienen en otros períodos. A su vez, a medida que nos acercamos al siglo XX los límites entre pintura y escultura muchas veces se vuelven difusos y esto lo podemos ver claramente en los assemblages de Picasso. Del mismo modo muchas esculturas pueden tener límites difusos con la arquitectura por cuanto pueden estar adosadas a un muro o bien pueden ser tan grandes que cumplan también funciones habitacionales. Tenemos que entender que el análisis de una obra de arte no puede ceñirse siempre a un mismo esquema. El fichado de obras es una tarea que debe ser matizada según las circunstancias que cada caso exija.

Existen tres grandes títulos en los cuales se podría dividir nuestro análisis. Por un lado tenemos una serie de datos básicos. Dentro de ellos podemos encontrar, en primer lugar, el título de la obra, el cual suele ser más claro en el caso de la pintura y la escultura que en el de la arquitectura y-muchas veces también- la cerámica y los tejidos. Del mismo modo resulta fundamental hacer referencia a los/as autores/as, los cuales pueden ser individuales o múltiples o anónimos (como ocurre con la gran mayoría de las manifestaciones visuales creadas por la humanidad hasta el siglo XV). Por fuera del fichado básico -que puede ser esquemático y utilizar pocas palabras- también podemos profundizar en cada uno de estos puntos. Entonces al hablar de el/los/las autores/as podemos incluir algunos aspectos de la vida y obra de cada uno/a, en el caso de que exista o corresponda. Luego, si aún no lo hemos hecho, necesitaremos referirnos a la fecha en la que se supone que la obra fue creada. Como podemos suponer, esta, muchas veces, no es exacta y por tanto debemos recurrir a lapsos temporales (Ej: 1450-1460) o a referencias más amplias. Al hablar del tiempo se nos puede abrir otro punto que sería el de explicitar elementos del contexto histórico-temporal al cual pertenece la obra, intentando resumir brevemente cuales son las características más importantes del período histórico y el contexto geográfico que puedan influenciar a esta obra. Es común que, para ordenar el estudio del contexto histórico realicemos una división que comúnmente se utiliza en la academia: Economía, Organización Política, Organización Social y Aspectos Culturales (Religión, Arte, etc.).

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Corte isométrico catedral bizantina de Santa Sofía, Estambul (ex Constantinopla) Turquía, 532-537

Por otro lado, es importante dejar clara también la ubicación geográfica de la obra. En general, en el caso de las pinturas posteriores al s. XV, la mayoría se encuentran en museos o Iglesias-Museo. Pero cuando hablamos de la ubicación de las obras prehistóricas se trata de algo mucho más amplio y complejo, que puede llevar a interesantes descripciones geográficas. Llegado este punto también podemos referirnos al estilo o lenguaje artístico al cual se considera que pertenece esta obra, por ejemplo “Barroco”, “Romántico”, “Ecléctico”, etc. Y aquí es cuando debemos recordar que no todos/as los/as historiadores/as del arte coinciden entre sí a la hora de definir el estilo y circunscribir a una obra a un determinado estilo.

En el caso de la arquitectura, dentro de los datos básicos, también será necesario hacer referencia al “programa arquitectónico”. Según Mario Camacho “El programa arquitectónico es la declaración de los locales y áreas de que se compondrá o se compone una edificación, definiendo la estructura espacial y su organización, así como la manera de agruparse de cada una de las áreas y locales. ”[1] Por tanto el programa tiene que ver con la función que el edificio cumple en general y mayoritariamente. Continuando con el análisis, la importancia de hablar sobre las dimensiones de una obra debe ser matizada según el lenguaje visual al que pertenezca. Por ejemplo: las dimensiones de un cuadro en general, se escriben con dos números (65 x 180 cm) ya que los cuadros con biplánicos, mientras que las dimensiones de una obra arquitectónica se pueden escribir con tres números, haciendo referencia a la profundidad, o hablar de su volumen cuadrado total. En cualquier caso, tenemos que recordar que memorizarnos estos datos no nos servirá de nada si no nos permiten imaginarnos verdaderamente esa dimensión. Por tanto muchas veces puede ser útil la comparación con otros objetos u obras de nuestra vida cotidiana para hacernos una mejor idea. También las técnicas principales que se utilizaron para crear y construir la obra que estamos estudiando varían muchísimo si se trata de una obra pictórica, escultórica, arquitectónica, etc. Dependiendo del caso, podemos -en los datos básicos- hacer mención a ella o ellas.

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Planta de la Catedral de Notre-Dame, París, Francia.

El segundo gran título que llevaría todo estudio en profundidad de una obra de arte es el que tiene que ver con en análisis formal. Como su nombre lo indica el análisis formal tiene que ver con las formas. Es decir que lo que hacemos aquí es una descripción técnica y minuciosa de lo que vemos. Algunos historiadores del arte, comienzos del s. XX, consideraron que el análisis formal era el más importante, dejando de lado el contexto histórico-cultural que daba origen a estas formas. Hoy en día, esta postura ya no es sostenida por la academia, porque en ella se entiende que toda descripción es también una interpretación. Por tanto en este punto si bien nos centraremos en lo que vemos, nunca podremos dejar totalmente de lado lo que sabemos sobre la obra y el contexto.

El análisis formal de una obra arquitectónica debe contener sí o sí tres grandes elementos: el estudio de la planta, el alzado y la fachada. La planta es un dibujo de la base del edificio, vista de arriba, por tanto lo que vemos sería todo lo que se apoya directamente sobre el suelo. El alzado es fundamental para entender cuáles son las técnicas constructivas que se utilizaron. Nos permite saber si el tipo de arquitectura es adintelada o abovedada, cómo se distribuyen los pesos, en fin: como se eleva ese edificio a partir de la base que es la planta. Existen distintos dibujos que realizan cortes del edificio (transversales, isométricos etc.) que nos permiten ver el alzado. También podemos incorporar un subtítulo dentro del alzado que tenga que ver con el interior en general. El estudio de la fachada, finalmente, es fundamental para pensar la relación entre el interior y el exterior que este edificio establece. Por tanto la fachada es muchas veces portadora de toda la cosmovisión de la cultura que la produjo.

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Fachada de la Iglesia de Santa María Novella reformada por León Batista Alberti, s. XV, Florencia, Italia.

Por otra parte, en el análisis formal de una obra pictórica, podemos encontrar elementos como el estudio del color y/o la luz. También podemos indagar en torno a las formas, que en general están compuestas por líneas. Al mismo tiempo -y si corresponde- podemos analizar cómo se ordenan las figuras dentro de ese espacio pictórico, es decir la composición. Muchas veces el estudio de la composición nos puede llevar a importantes interpretaciones simbólicas, ya que el/la/los/las autores/as son capaces de dejar mensajes ocultos a través de ella. Por su parte el análisis formal de una obra escultórica resultará bastante similar, pero requerirá que adaptemos estas categorías al estudio de un volumen.

Un tercer título que sería exclusivo de las obras pictóricas y escultóricas (tejidos, cerámicas, etc. estarían incluidos aquí) tiene que ver con el análisis del tema. Al igual que en la clase de Literatura, en Historia del Arte nos interesamos por el contenido connotado de una imagen, el mensaje. Debemos entender que las imágenes pueden ser leídas del mismo modo que un texto escrito, por tanto en ellas también podemos analizar el contenido dependiendo de los niveles de abstracción y figuración que la obra posea. Según Cesare Segre tanto tema como motivo son unidades de significado estereotipadas, recurrentes en un texto o en un grupo de textos y capaces de caracterizar áreas semánticas determinantes. Lo que diferencia al tema del motivo es que los temas son siempre externos y anteriores al texto, están instalados en la cultura desde siempre, por tanto existen muy pocos en cantidad, ya que son amplios y generales, tratan sobre las grandes cuestiones que han interesado a la humanidad desde siempre. También es cierto que cuando explicamos el tema de una pintura Barroca, por ejemplo, en la cual se trata en general de narraciones tomadas de la Biblia, lo que hacemos es explicitar la narración, el relato bíblico que está por detrás.

   Finalmente el análisis de una obra de arte puede finalizar con una referencia explícita a las interpretaciones. Como decíamos antes, en todo momento del análisis estamos interpretando. Pero en este punto en particular, lo que hacemos es citar a autores (historiadores del arte, teóricos, etc.) que ofrezcan su visión sobre el significado, el porqué y/o paraqué de una obra determinada, dentro de su contexto histórico y social. También podemos hacer un subtítulo dentro de este apartado en donde explicitemos nuestras propias conclusiones, las cuales las hacemos luego de haber estudiado la obra en profundidad y leído las posturas de aquellos que han dedicado su vida al estudio de la Historia del Arte

[1] Camacho Cardona, Mario. Diccionario de Arquitectura y Urbanismo. México. Ed. Trillas. 1998